Uribe, una visita tóxica para nuestra democracia
Alvaro Uribe viene a Chile a justificar lo injustificable. La instalación de seis bases militares norteamericanas en territorio colombiano constituye un acto de de dominación colonial que solo puede explicar el sometimiento del gobierno del paramilitar Álvaro Uribe a los dictámenes de quienes lo sostienen en el poder, convertido por la fuerza de los hechos en instrumento del norteamericano en Sudamérica.
El golpe militar que derrocó al presidente Manuel Zelaya en Honduras no fue condenado de manera clara por el gobierno de EEUU, y ahora estamos en presencia de esta nueva intervención norteamericana, con el pretexto de combatir el narcotráfico y el terrorismo. El periplo de Uribe por Perú, Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay y Chile viene a ser ni más ni menos que el de un recadero del Imperio.
Si viviera, el patriarca del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, ferviente antiimperialista, estaría avergonzado de que su discípulo, el presidente Peruano, Alan García, haya saludado con regocijo la decisión de su colega Uribe. Que vergüenza y pensar que el PS de Chile tiene a García entre sus aliados estratégicos en el vecindario.
Luego de la fallida guerra contra el terrorismo de George W. Bush, que solo tuvo el mérito de involucrar a los norteamericanos en un callejón sin salida en Irak y Afganistán; ahora el Pentágono intenta recuperar el terreno perdido en América Latina y en particular en Sudamérica, instalando una cabeza de playa en Colombia, para retomar su control militar sobre la zona.
Estas bases representan un atentado contra la estabilidad política latinoamericana, región del mundo en la que por dos décadas tenemos democracias estables. Sospechamos que la verdadera razón de este acuerdo radica en que el poder militar norteamericano está inquieto con la presencia de gobiernos democráticos de avanzada política y social, como los de Venezuela, Ecuador o Bolivia, y molesto con el retorno de Cuba a la OEA. En última instancia intentan ordenar su patio trasero.
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