Toda crisis es también una oportunidad



Rubén Andino

La aplicación de políticas neoliberales en el Planeta esta atentando contra el futuro de la Humanidad. Las grandes empresas en Chicago, Shangai o Santiago de Chile incentivan el uso indiscriminado de recursos no renovables y presionan para precarizar las condiciones de la fuerza de trabajo, por la vía de la flexibilización laboral y la baja de los salarios reales.

La inversión en investigación y desarrollo, una de las áreas mas dinámicas de la economía actual, está orientada a generar tecnologías destinadas a ahorrar tiempo de trabajo y desplazar mano de obra; a producir bienes desechables para los pobres y bienes de lujo para los ricos, sobreexplotando en ambos casos los recursos naturales a expensas del medioambiente.

A no ser que nuestra Civilización tenga un impulso suicida, lo que ya tuvo lugar en la historia de Mesopotamia, Guatemala o Rapa Nui; estamos obligados a cambiar radicalmente nuestra manera de producir y relacionarnos con la naturaleza, so peligro de terminar en un cataclismo “de clase mundial” y de consecuencias impredecibles.

El uso de tecnologías limpias y la satisfacción de las necesidades básicas de las mayorías, son temas centrales en el debate público actual. Las políticas de investigación y desarrollo deben reorientarse ahora, para impedir el agotamiento de estos recursos naturales, especialmente aquellos no renovables, mantener el equilibrio de los ecosistemas, abaratar el costo de los productos y servicios de primera necesidad para la población, especialmente los más pobres: alimentos, vestuario, vivienda, salud, medicamentos, educación, nuevas fuentes de energía limpia y renovable.

La ciencia y la tecnología no son neutrales. Pueden ser beneficiosos para las mayorías o para una minoría que expolia a esa mayoría, estrujando a los trabajadores como piezas desechables del engranaje capitalista; sometiendo a esas mayorías a condiciones cada vez más paupérrimas, incluyendo a trabajadores, pequeños empresarios industriales o agricultores, pirquineros o pueblos originarios, por nombrar a algunos de los más afectados..

Sin un cambio radical en nuestra forma de producir y distribuir la riqueza es prácticamente imposible sustentar un modelo de desarrollo económico viable para el futuro- Ello viene a ser un imperativo, cuando algunos visionarios ya comienzan a demostrar la incapacidad del actual modo de producción capitalista para sustentar las más básicas necesidades humanas. La conclusión es simple: en la presente crisis, el capitalismo muestra síntomas inequívocos de agotamiento, que traen aparejados: hambre, cambos climáticos catastróficos y desigualdad extrema

La contradicción socialismo o barbarie comienza a materializarse.

Sin pecar de deterministas o mesiánicos, podemos augurar que las ideas socialistas tendrán en el próximo futuro una nueva oportunidad. La célebre frase apócrifa atribuida al Don Juan Tenorio de José Zorrilla: “los muertos que vos matasteis gozan de buena salud” viene al pelo para rescatar hoy las predicciones de Marx en El Capital y toda su obra, acerca del carácter inexorable de la decadencia del capitalismo hasta llegar su fase terminal.

Es posible que algunas de los augurios de K. Marx estuvieran equivocadas o que no pudiera prever algunas de las variantes de la evolución capitalista contemporánea, pero estoy cierto de que la llamada “globalización”; en otras palabras, la “mundialización” del capitalismo, fue anticipada por el padre del socialismo. No en vano dedicó su vida a diseccionar los engranajes capitalismo y todavía los más destacados economistas –incluyendo los de derecha- tienen las obras de Marx como una lectura obligada para comprender el funcionamiento económico actual; especialmente, en ciclos de crisis.

No sé si la agonía del capitalismo será larga y dolorosa o si fenecerá de muestre súbita. Ambas posibilidades existen; pero lo que puedo asegurar es que mucho podemos hacer para cambiar el destino de la Humanidad. Ignoro si el mercado sobrevivirá, si seguirá en pie la propiedad privada de los medios de producción o si las fuerzas socialistas se impondrán; pero está claro que el Mundo no puede seguir como está.

La producción limpia, el cuidado de los recursos naturales, el control de la natalidad, la planificación económica, el respeto a la diversidad cultural, el impulso de la ciencia en beneficio de las mayorías, la instauración de un nuevo orden mundial o la protección de los más débiles, constituyen –entre muchas otras- necesidades insoslayables, si no queremos ir “cuesta abajo en la rodada” como dice el tango de Le Pera que hizo célebre Gardel.

Desde el propio centro hegemónico del capitalismo actual, Estados Unidos, se encienden luces de alarma y no será fácil para Barak Obama, detener la decadencia de Norteamérica, ante la competencia del capitalismo chino impulsado, vaya paradoja… por el Partido Comunista.

Como dijo sabiamente José Hernández a través del gaucho Martín Fierro: “No hay tiempo que no se acabe ni tiento que no se corte…”

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