Cien años son apenas un instante en la historia humana


Rubén Andino

En todo el mundo se están realizando a diario actividades conmemorativas del Centenario del Nacimiento del Presidente Salvador Allende (el 26 de junio de 1908) cuyo nombre y figura histórica ha trascendido las fronteras del país para ubicarse en un lugar preferente en el panteón de los héroes universales.

Mujeres y hombres, especialmente jóvenes, muestran su adhesión en todo el Planeta a la figura y la obra del ex Presidente, caído en La Moneda el 11 de septiembre de 1973 en defensa de las instituciones democráticas y de las libertades de millones de chilenos y chilenas. La mayor parte de sus adherentes actuales no habían nacido cuando ocurrieron los trágicos sucesos y, a pesar de esto, se sienten atraídos por los ideales que encarnó en vida y también en la muerte.

¿Por qué?

Allende quedó en la historia como un héroe; así como su antípoda, Augusto Pinochet, quedó como villano. El heroísmo de Allende va mucho más allá de las trágicas circunstancias de su deceso. Tiene que ver con una vida entera consagrada a la política y el servicio público, en la consecución de ideales como la igualdad, la justicia, la solidaridad o la honradez; valores que hoy escasean en nuestra vida pública.

El pensamiento y especialmente la acción política de Salvador Allende como estudiante universitario, médico, ministro, diputado, senador y Presidente de la República se orientó siempre sobre la base del respeto a los derechos humanos, incluyendo al trabajo y la vivienda dignos; el respeto por la educación, salud y las empresas públicas; el rescate de “las riquezas básicas”, como el cobre; el desarrollo de la democracia como fundamento de cualquier sistema de convivencia política; la defensa de la soberanía nacional, la no alineación con bloques internacionales y el estrechamiento de vínculos con los pueblos hermanos de América Latina.

En contraste, Pinochet encarna la dictadura, la exclusión política, el despojo Estado y la corrupción, la entrega de los recursos naturales al capital transnacional, el predominio del interés individual por sobre el patrimonio público, la defensa de la salud y educación como negocio, las violaciones a los derechos humanos y el alineamiento con Estados Unidos como potencia hegemónica.

Salvador Allende es el máximo exponente de las mejores tradiciones de la izquierda chilena; que se fueron manifestando en la incansable lucha de Luis Emilio Recabarren en el norte salitrero; en la acción de las mutuales anarquistas de la IWW en Santiago y Valparaíso; en la República Socialista de los 12 días, que encabezara el Comodoro del Aire, Marmaduque Grove, el 4 de junio de 1932; en la victoria del Frente Popular en 1938; en el triunfo de la Unidad Popular el 4 de septiembre de 1970 y en la victoria del NO el 5 de octubre de 1988, que precipitó el término de la dictadura militar.

Las tareas pendientes hoy en Chile son las mismas por la que con tanto ahínco luchara Allende. Tenemos el triste récord de ser uno de los países más desiguales y neoliberales del Globo. Son evidentes nuestras falencias en educación, salud pública o viviendas de calidad; la desintegración social se expresa también en la exclusión de millones de personas que hoy carecen de las más mínimas condiciones para realizar una vida digna; mientras una minoría vive en la opulencia.

Este Centenario será un hito mundial; con el silencio de nuestro actual gobierno, con la falta de protagonismo de la fundación que lleva su nombre y con el compromiso apenas formal de la actual cúpula de su Partido Socialista.

La rueda de la historia sigue girando y confiamos en que las palabras pronunciadas el último día de su vida, “…otros hombres (y mujeres) abrirán las grandes alamedas…” serán el incentivo para que nuevas generaciones trabajen con tesón por el Chile nuevo con el soñaba Salvador Allende.

Los movimientos de estudiantes universitarios y secundarios, de los trabajadores de empresas contratistas y de las comunidades mapuche por sus derechos, demuestran que la lucha por la justicia y la igualdad sigue viva en este sufrido país. Cien años son apenas un instante en la historia humana.

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