Cómo impedir que se esfumen nuestros fondos de pensiones
Rubén Andino
La presidenta argentina, Cristina Fernández, anunció el envío al Congreso de un proyecto de ley que crea un nuevo sistema de previsión, cuyo pilar será el régimen público de reparto solidario y obligatorio; en tanto el régimen de capitalización individual –semejante al nuestro- pasará a ser voluntario. La decisión del gobierno argentino está sustentada en las gravísimas perdidas que la crisis financiera está causando a los fondos de pensiones, hasta ahora manejados por las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP), constituidas a imagen y semejanza de nuestras AFP. La medida significa traspasar al resguardo del Estado argentino unos 28 mil 700 de dólares depositados en fondos privados de pensiones.
Las AFJP fueron creadas en 1994 durante el fatídico periodo neoliberal de Carlos Menem, que terminó con argentina sumida en la peor crisis económica de su historia. La situación es gravísima, ya que estas AFJP tienen invertidos cerca del 70 por ciento de estos fondos en bonos y acciones del sistema financiero internacional y con la actual crisis, en el curso de 2008 sus perdidas ya bordean el 40 por ciento.
La situación en Chile no es muy diferente de la argentina. Según el economista Manuel Riesco, entre 25 de julio de 2007 y el 7 de octubre del 2008, las pérdidas reales del sistema ya alcanzaron a 22.3 por ciento. Aplicadas sobre el valor inicial del fondo, en moneda de hoy estas pérdidas equivalen a 13,48 billones de pesos y a 21.967 millones de dólares. En el caso del fondo A (el más riesgoso), las pérdidas en este período llegan a 34.12 por ciento y las del B a 26.48 por ciento. En otras palabras, desde el inicio de la crisis, las AFP han perdido más de un quinto del fondo total; más de un cuarto del fondo B y más de un tercio del fondo A.
Se calcula que Chile tiene depositado en el mercado financiero fondos equivalentes a unos 124 mil millones de dólares por concepto de ahorro provisional. Cerca de un 56 por ciento de esos recursos están ahorrados fuera del país en distintos bonos que están sometidos a los vaivenes de la peor crisis económica mundial desde la gran depresión de 1929.
Las cinco AFP, mayoritariamente de propiedad extranjera, administran los fondos de 7 millones de chilenos y por este "servicio" obtienen utilidades en promedio cercanas al 30 por ciento de su capital y reservas, y cobran comisiones elevadas, incluso cuando administran mal, como sucede ahora. La crisis no las afecta. Gestionan mal nuestros ahorros, pero debemos pagarles lo mismo que si lo hicieran bien. Desde enero de 2008 a la fecha las AFP han incrementado las comisiones de mantenimiento de estos ahorros en un 15 por ciento, a pesar de las pérdidas. Por si fuera poco, estas administradora crearon a partir del 1 de octubre una nueva comisión de mantenimiento la llamada "Cuenta 2", de ahorro voluntario, que aportará sus bolsillos la minucia 1.3000 millones de dólares adicionales.
Lo justo sería que las Administran asumieran solidariamente con sus afiliados los riesgos de las inversiones que realizan y que sus comisiones se reduzcan cuando hay pérdidas. Al final de este ejercicio anual, las AFP obtendrán grandes utilidades mientras los fondos que administran sufrirán siderales pérdidas.
La solución definitiva en Chile es la misma que propone el gobierno argentino. Hay que asumir que el sistema de cotización individual es un fiasco y que tenemos que volver a un modelo de reparto solidario. Es una decisión de fondo que sólo puede sustentarse en una lógica económica que rompa con la actual ideología neoliberal que impera en Chile. Sabemos que esta salida no es posible en Chile sin una nueva Constitución, sustentada en los derechos de las personas y no en el imperio absoluto de la propiedad privada.
¿Qué hacemos ahora?
Si al menos existiera una AFP estatal la situación ya sería mejor, porque esta empresa pública operaría sin fin de lucro como un factor regulador del mercado; rompiendo con la acción de las AFP, que se mueven guiadas por el lucro y las utilidades de corto plazo, arriesgando recursos ajenos sin correr riegos. Tenemos Metro, Codelco, Enap y Enami como ejemplos de buena administración estatal. La creación de esta administradora pública es una necesidad imperiosa para sortear las perdidas causadas a los fondos de los trabajadores y trabajadoras en este modelo de capitalización individual que se hunde.
Los ejecutivos de las AFP han recomendado a sus afiliados no cambiarse de los fondos en que están; aunque, como sabemos, ya los A y B (más inseguros) han perdido un tercio y un cuarto de su valor. Alfredo Ovalle, presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (máximo organismos empresarial chileno), no siguió estas recomendaciones. Al inicio de la crisis se cambió al fondo E, el más estable. El señor Ovalle no ha perdido plata e incluso tiene una pequeña variación positiva a su favor de 0,32%. Sus fondos de vejez están a buen recaudo y podrá dormir tranquilo durante esta crisis.
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